4 consejos para discipular a las mujeres jóvenes
1. Recuerda que tu ejemplo está incluido
En su carta a Tito, Pablo escribe: “Las ancianas también deben comportarse con reverencia, y no ser esclavas ni esclavas de mucho vino. Deben aprender lo que es bueno” (Tito 2:3). Pablo no exige perfección (¡ninguno de nosotros pasaría esa prueba!), pero quiere que las mujeres mayores sean modelos fieles a seguir en la enseñanza de las mujeres más jóvenes. Algunas preguntas para reflexionar mientras reflexiona sobre este pasaje de Tito:
-
Respetuoso en la vida: ¿Tengo en cuenta mis modales? ¿Estoy usando mi tiempo para servir a los demás? ¿Mi vida refleja más mi fe? (¿Cómo vivo?)
-
No calumniéis a la gente: ¿soy sabio con mis palabras? ¿Estoy saliendo? ¿Hablo bien con otros familiares? ¿Me quejo a menudo? (¿Cómo hablo?)
-
Sin esclavos: ¿Tengo control interno sobre el alcohol, la comida, los deportes, la televisión, las compras y otros placeres mundanos? ¿Estoy confiando cada vez más en Dios para mi gozo y satisfacción? (¿Qué gobierna mi cariño?)
-
Enseñando lo correcto: ¿Estoy dando consejos mundanos o sabiduría bíblica? ¿Tengo lecturas bíblicas y oraciones regulares? ¿Estoy buscando sinceramente formas de desarrollar mi propio conocimiento y comprensión? (¿Qué controla mi mente?)
Melissa B Kruger
Melissa Kruger ofrece un programa para guiar la discusión entre creyentes maduros y nuevos cristianos, explicando los fundamentos bíblicos de la tutoría de Tito 2 antes de delinear 11 lecciones para guiar su tiempo a medida que crecen juntos.
Quizás estés leyendo esta lista y quieras dar la vuelta tranquilamente y escapar del papel de mentor lo más rápido posible. ¡Por favor no! La perfección es imposible. Sin embargo, podemos ser mujeres que queremos amar a Dios en todo lo que pensamos, decimos y hacemos. Esto es lo que más necesita vuestro dios: una mujer que sinceramente quiera conocer a Dios y glorificarle con su vida.
2. Participa e invita
Una de las mejores maneras de compartir tu vida con la mujer que estás controlando es invitarla y compartir tu vida. El pequeño poema que alguien me dio se ve así:
Puedo, mira.
Yo sí, tú me ayudas.
Tú lo haces, yo te ayudo.
Lo haces, ya veo.
Si predica en su iglesia local, traiga a su pastor. Si está dirigiendo un estudio bíblico o una lección de escuela dominical, involúcrese de alguna manera. Si asiste a un comedor de beneficencia o visita una prisión, pregúntele si puede acompañarlo. Si vas a hacer mandados el sábado, fíjate si quiere ir contigo. Si ve a sus hijos haciendo deporte, pídales que hablen con usted desde un costado. Si vas a dar un paseo, mira si ella puede ir contigo. Si la invitas a tu vida real, incluso a la pila de ropa sucia y a muchos momentos desordenados, se sentirá cómoda compartiendo su vida contigo.
Estímulo: El trabajo que haces al invertir en otra mujer es importante.
3. Seguimiento
Si la mujer a la que está asesorando le pide que la haga responsable o comparte una parte difícil de su historia, asegúrese de hacer un seguimiento con ella durante los próximos días. Compartir partes de nuestro pasado nos hace sentir no amados o apreciados. Puede que seas la primera persona a la que le cuente sus pecados pasados, heridas pasadas o sueños rotos. Encuéntrala con amor, aceptación y gracia mientras comparte. Y si ella quiere la responsabilidad de la batalla inmediata contra el pecado, dásela. Es posible que sepa que le preguntará acerca de estas luchas justo lo que necesita para ayudarla en la lucha.
4. Ora regularmente
Nuestras oraciones unos por otros son un regalo. Ora regularmente por las mujeres que te están discipulando. Si encuentra un versículo en su propio estudio que sea relevante para su conversación, envíeselo y ore por ella. Si te cuesta saber cómo ayudar, pídele a Dios sabiduría y entendimiento. Siga su promesa: «Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, que da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada» (Santiago 1:5).
Estímulo: El trabajo que haces al invertir en otra mujer es importante. Es posible que no siempre veas los resultados inmediatamente, pero el Señor está obrando en ti y a través de ti cuando alimentas a una mujer joven.
Este artículo fue adaptado de Creciendo juntos: moviendo la tutoría más allá de las conversaciones triviales y las solicitudes de oración por Melissa B. Kruger.
Artículos relacionados
► También te puede interesar...