¿Es Dios un megalómano?



La megalomanía es un trastorno mental, y la persona que sufre de megalomanía es un megalómano. Los megalimaneses tienen una visión inflada de sí mismos, viviendo con conceptos erróneos sobre sus propios talentos, posesiones y riqueza, a pesar de la evidencia de lo contrario. Del mismo modo, una persona con un autoconcepto delirante a veces pondrá en peligro o dañará a otros como resultado de su propio exceso de confianza delirante en su capacidad para liderar, entre otras cosas. Dios no engaña y no hace el mal, por lo que no puede ser un megalómano.

Debido a que los megalómanos tienen grandes delirios, pueden pensar, por ejemplo, que son más inteligentes de lo que son. Pueden estar jugando un juego y acusar a cualquiera que conozcan de ser un tramposo, porque creen que son incapaces de perder. Cuando los megalómanos están en cargos militares o políticos, por ejemplo, este trastorno puede manifestarse cuando toman decisiones que perjudican a otros como resultado de su propia lógica defectuosa y no están dispuestos a escuchar la sabiduría que existe ofrecida por otros. En esencia, la megalomanía es una idea delirante arraigada en el egoísmo y el orgullo.

Alguien puede hacer una afirmación audaz sobre sí mismo que es cierta, y eso no significa que sea un megalómano. Alguien que actualmente ostenta el récord mundial de altura podría decir que es la persona más alta del mundo, y eso sería un hecho y no una ilusión.

Todo lo que Dios afirma acerca de sí mismo es verdad. Incluso las afirmaciones más audaces sobre su omnisciencia y omnipotencia no llegan muy lejos cuando se trata del Dios del universo. No hay forma de exagerar su poder, carácter y habilidad. El profeta Jeremías anunció: «¡Ah, Señor Dios! Tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y con tu mano extendida. Nada es demasiado difícil para ti» (Jeremías 32:17).

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Dios no es un megalómano, un ególatra ni un narcisista. Él es Dios y nos muestra un gran amor (Juan 3:16-18; Romanos 5:8). Siempre es generoso, siempre honesto. Solo tiene buenas cualidades (Salmo 107:1; 119:68). Ninguna de estas cosas coincide con las características de un megalómano.

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